El 6 de abril de 2008 ha sido el día de puertas abiertas en el CERN. Como última oportunidad de visitar el anillo y las joyas antes de que aquello se vacíe y enfríe y magnetice y acelere, pues allí me fui.
Mi idea era ver la joya más gorda, el experimento ATLAS. Como la visita empezaba a las 9h, llegué a las 8h, junto con Sheila, una brasileña londinense que de casualidad me encontré en el autobús el día anterior hablando de las puertas abiertas en el CERN, y que resultó alojarse en el mismo hotel.
En ayunas llegamos enfrente del edificio en forma de esfera que sirve de sala de exposiciones. La verja estaba un poco abierta, entramos, divisamos el cartel del experimento ATLAS en un edificio y allí encontramos en un tenderete al aire libre cajas con folletos del CERN y ATLAS y una veintena de personas más madrugadoras.
Pero al poco llegó la ogra histérica y desencajada (de ahí la foto movida) dando voces y mandándonos salir de allí, a la calle, que hasta las 9 nada, ah, y a devolver los folletos. Estar tan estresada a esas horas de la mañana debe ser malísimo, y a la pobre ni se la debió ocurrir que las personas allí congregadas eran inofensivas y que seguro que hacían caso sin voces, pidiendo las cosas con educación, y sin llevarse ella tan mal rato. En fin, mientras salíamos llegaba el personal de seguridad, y después más voluntarios colaboradores y prensa, mientras crecía el número de personas tras la valla esperando la apertura oficial.
Poco antes de las 9 empezamos la visita volviendo al punto de partida a coger el folleto que habíamos dejado unos minutos antes, se formaron sendas colas para visitar ATLAS y el túnel del acelerador, y nosotros pasamos al ATLAS. En la sala de control una charla general acompañada de proyector. Luego en otra sala una proyección en 3D con gafas especiales contando el proceso de montaje de las partes del detector, interesante si uno salvaba las cabezas que había por delante. Finalmente la visita subterránea, con el casco, bajada en montacargas y acceso al detector desde un punto en que realmente no se aprecia la magnitud de la caverna ni del detector con suficiente perspectiva. Las imágenes del ATLAS antes de estar montado del todo, con los enormes solenoides toroidales son mucho más espectaculars. Pero al menos sí se apreciaba el cojín neumático sobre el que descansaba todo el experimento, para aislar y nivelar. Todo un cojín.
Tras la visita, a comprar a la tienda los recuerdos correspondientes, como también se podía comprar en la sala esférica de exposiciones donde fuimos a una charla. No estaba mal del todo, mejor que la organización y la información para encontrar el transporte a otros puntos, en concreto al siguiente que queríamos ver por ser el más próximo, el experimento ALICE.
Tampoco se puede pedir mucho más a algo organizado de forma extraordinaria y cargado a las espaldas de gente que no se dedica a eso. La ventaja de la marea humana que recorría Meyrin, el punto principal del CERN, es que encontramos un grupo multinacional con un sueco que trabajaba allí y nos ayudó a llegar a pie al sitio en que salían los autobuses hacia ALICE.
En ALICE había menos gente pero no obstante hubo que pasar la cola para coger la "entrada", para tres horas más tarde, y luego la cola para coger algo de comer y beber, bajo un fuerte viento helado. La precariedad del puesto de comida era lamentable, lamentable.
Pero tras ¿comer? algo visitamos una exposición variada con curiosidades de la física por un lado, y con elementos del detector por otra. Allí los colaboradores eran entusiastas y entregados, y un joven italiano nos explicó la construcción y ensamblaje del detector más interno. Había otra exposición de paneles explicativos y una zona para hacerse fotos en la "Cámara del tiempo" (TPC Time Projection Chamber). Después en la visita tuvimos un guía estupendo, Rainer Schicker, que nos dio aménamente toda clase de explicaciones.
La visita a ALICE era mucho mejor que a ATLAS pues se visitaba el túnel, se veía un segmento del acelerador justo antes de llegar al detector, se entraba a la cavidad del mismo desde el túnel, y luego se bajaba y se recorría el lateral del detector hasta casi el final, de modo que se tenía una amplia perspectiva de todo el conjunto. De modo que fue una suerte hacer esta visita en segundo lugar y salir felices y contentos.
Tras volver en autobús a un extremo del CERN y en otro autobús llegar a la entrada principal, la suerte nos favoreció en forma de taxi caído del cielo, que compartimos 3 personas para volver al hotel, a descansar de la visita y a calentar los helados pies. Allí dejamos a algunas de las entre 40.000 y 50.000 personas que al día siguiente recogió la prensa local como cifra de visitantes.
Bueno, al final sí puedo decir que mereció la pena.
Ahora a esperar la próxima visita para celebrar que ha aparecido un Higgs. Mientras tanto podemos ver uno ya encontrado :-)