jueves, 4 de octubre de 2007

La canción de Kahunsha

Este pasado verano he leído, en los días de vacaciones en Santander, La canción de Kahunsha, de Anosh Irani. ¿Recomendable? Si es atrevido recomendar nada a nadie, con este tipo de obras que me gustan pero son "peculiares", es aún más difícil decir "léela".

Es una novela con un tono poético contenido, con un discurrir suave y fácil, y con un panorama desolador. La inocencia de un niño, Chamdi, amparado cual joven príncipe Buddha en su idílico refugio de un orfelinato de Bombay. Su salida a las calles inhóspitas en busca del padre que le abandono, y el choque con todo ese mundo de bullicio, lucha, pobreza, y crueldad, sin dejar de tener presente la ternura, la amistad, la aspiración a una vida en un mundo mejor. Un mundo en Kahunsha, la ciudad sin tristeza.

El autor se mueve en un terreno difícil y consigue transmitir esa disparidad de realidades internas y externas de los personajes, y cómo de imposible es mantener intacta la inocencia propia en medio de un mundo de personas malvadas, que sin embargo no se muestran como monstruos, pues no lo son.

Hay una referencia específica al clima de enfrentamiento entre hindúes y musulmanes, y un reflejo cruelmente realista de cómo alentar las diferencias, y hacer olvidar la humanidad común de las personas, invocando si es preciso cualquier Gran Cosa revestida de Grandes Palabras, que nos haga aceptable quemar una casa, o dejar caer unas bombas, o cualquier otro Noble Acto por el que Nosotros hagamos justicia contra Ellos.

Novela digna de ser leída y disfrutada, siempre que se esté dispuesto a soportar el sabor agridulce, y el poso amargo.